Transportar obras de arte es una tarea delicada, que involucra una logística concisa en la que interviene el embalaje, la carga, el transporte, la descarga y el desembalaje. Para que la pieza adquirida llegue a su destino final en perfecto estado, es necesario seguir distintas recomendaciones con la finalidad de protegerla lo suficiente y evitar daños. Sin importar sus dimensiones, es indispensable asegurarse que la obra se encuentre bien embalada, con materiales resistentes que protejan del exterior y que no se adhieran a la obra así como también lograr la inmovilización para prevenir posibles golpes o fisuras.
El medio de transporte dependerá del destino final de la pieza. En el caso de vía terrestre, se recomienda que exista temperatura controlada al interior y que cuente con elementos de sujeción. Para traslados internacionales lo más recomendable es el transporte aéreo, por lo que se requerirá un contenedor adicional autorizado por la empresa de envío y que asegure la conservación de la obra durante todo el traslado y la manipulación de la misma. El desembalaje también debe de realizarse con cuidado iniciando por los bordes previendo no hacer cortes o daños a la pieza.
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